viernes, 12 de febrero de 2010

LA RAZÓN DE LAS PRUEBAS Y CONTRARIEDADES QUE AFLIGEN AL ESTUDIANTE OCULTISTA - en you tube -


CARTA Nº 72
Noviembre de 1916

LA RAZÓN DE LAS PRUEBAS
Y CONTRARIEDADES QUE AFLIGEN

A intervalos recibimos escritos de estudiantes quejándose de que, desde que han emprendido los estudios superiores, procurando vivir en consonancia con ellos, todos sus asuntos parecen salirles mal. Algunos tropiezan con una oposición fija en sus hogares, otros se perjudican en sus negocios y hasta hay algunos cuya salud decae. Algunos de éstos hay que, según su temperamento, se disponen a renunciar y los hay que, apretando fuertemente sus dientes, se determinan a seguir el método de Pablo de la persistencia paciente en haber el bien, a pesar de las pruebas y contrariedades. Todos, sin embargo, se manifiestan unánimes preguntando el por qué de este sensible cambio en sus asuntos. Cada uno recibe la mejor ayuda que podemos ofrecerle para solventar sus problemas individuales, pero comprendiendo que existen muchos estudiantes que han sido así probados, nos parece prudente explicar la razón de esta condición.
En primer lugar, el alma que aspira debe considerar que los acontecimientos adversos ocurren por su bien, de conformidad con una ley de la naturaleza firmemente establecida y con la cual Dios trata de ayudar al alma en su búsqueda. Las pruebas son un signo de progreso y una causa de inmenso regocijo. He aquí cómo acciona la ley: Durante todas nuestras existencias anteriores hemos anudado lazos y contraído deudas bajo la ley de Causación. Estas deudas aumentan a medida que continuamos viviendo las existencias egoístas generalizadas a la ventura, pudiéndose comparar cada una de estas deudas a una gota de vinagre. Cuando el punto turnante llega y cesamos de hacer vinagre, la ley de la justicia requiere que tomemos nuestra medicina. Pero podemos optar por tomarla en grandes dosis y acabar pronto con ella o a pequeños sorbos, prolongándola en numerosas existencias. Esta elección, sin embargo, no se hace por medio de palabras sino de hechos. Si emprendemos el trabajo de nuestro propio progreso con entusiasmo si cortamos nuestros vicios de raíz y vivimos la vida que profesamos, los grandes Seres que conocemos con el nombre de Ángeles del Destino, nos dan una mayor dosis de vinagre de la que nos darían si únicamente charláramos, con más o menos énfasis, de las excelsitudes de la vida superior. Y obran así para ayudarnos en el camino de la liberación de los lazos anudados por nosotros y no con la idea de lastimarnos ni de obstaculizar nuestra marcha.
Estos hechos han de hacernos comprender la exhortación de Cristo, de regocijarnos cuando seamos escarnecidos y acusados falsamente por Él. Los chiquillos pasan ante un árbol estéril indiferentemente, pero si el árbol está cargado de fruto inmediatamente le arrojan piedras para despojarlo. Lo mismo ocurre con los hombres. Mientras seguimos a la muchedumbre y nos conducimos como los demás no somos molestados en nada, pero así que hacemos lo que los demás en su interior saben que es bueno, nos transformamos en un reproche viviente para ellos aunque nunca nos permitamos la menor censura, y con el objeto de justificarse a sus propios ojos, comienzan a encontrar faltas y defectos en nosotros. Bajo este punto de vista, aquellos que más de cerca están asociados a nosotros en el hogar o en el trabajo, son más agudos y mordaces que los extraños con quienes no tenemos relación alguna. Pero sea lo que sea la causa de estos pesares, de ellos debemos congratularnos, pues que nos muestran que algo, efectivamente progresivo, estamos haciendo, así es que debemos proseguir sin desmayo y con persistente celo.

del libro "Cartas a los Estudiantes", de Max Heindel



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